En la mayoría de ocasiones el estado de salud de los indigentes es precaria. Sólo una de cada cinco goza de una salud aceptable, mientras que el resto sufre dolencias que van desde enfermedades comunes al alcoholismo y la drogodependencia, pasando por ludopatías, patologías mentales y deterioro general de la salud.
El alcoholismo y la drogodependencia predominan con claridad en la casuística, al representar el 21,3% y el 15,1% respectivamente. En los casos de enfermedades mentales, hay equipos de atención psicosocial a disposición de los sin techo, para que se pueda facilitar su reinserción.
Acerca de la mendicidad, otras fuentes comentaron que ya han pasado a la historia situaciones como la que se producían hace muchos años, cuando la Policía Local detectó la utilización de menores, lo que se cortó de raíz con la intervención de la Fiscalía y las denuncias presentadas por los agentes. Hace unos años fue el predominio de tullidos, además de las embarazadas, que «llegaban a España para cobrar los 2.500 euros por el nacimiento de los bebés y luego se volvían a su país, hasta que volvían a quedarse embarazadas». A todos se les ofrece, sin éxito, los centros de servicios sociales de su zona para que puedan dejar de mendigar.